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Art por muerte de arquitectos

Cinco colegas menos, cinco estadísticos más.
Continuamos de duelo en el gremio de Arquitectos. No por razones de salud o ancianidad. Entendemos que la muerte es parte del ciclo de la vida y que tarde o temprano, todos nos enfrentaremos a ella. Pero el tema que nos atañe en este escrito es a muerte prematura, la vida arrebatada por la inseguridad, en circunstancias ruines y perversas, de colegas en pleno goce de su tiempo en esta tierra.
En un lapso muy corto asesinan a cinco colegas. El primero, hecho ocurrido en Cabudare, Edo. Lara, al resistirse al robo de su vehículo, fue el de Cristóbal Jesús Villegas Mogollón, de 44 años de edad y egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Cristóbal Villegas deja huérfanos a dos adolescentes de 16 y 12 años.
Aún más espantoso es el doble homicidio de los colegas, padre e hija: José Ángel De Oliveira Rodríguez de 54 años de edad y Angélica Andreina De Oliveira León de 20, estudiante de la carrera de arquitectura; quienes fueron sorprendidos en su residencia, situada en la urbanización Villas de San Diego Country Club (Guacara, Edo. Carabobo), por delincuentes quienes no contaron con la respuesta del José Ángel, al enfrentarlos con un arma de fuego, fueron asesinados durante la balacera. La esposa y madre logró salvarse ocultándose de los asesinos en un lugar de la residencia.
Prosigue esta crónica negra con dos socios, quienes fueron retenidos y vilmente asesinados al salir de su trabajo, secuestrados según las investigaciones preliminares, ajusticiados directamente por sicariato según las últimas pesquisas, Reinaldo Herrera y Fabrizio Mendoza. Tristes estadísticos más, en la larga lista de homicidios que azota al país, quizás un poco más destacados por ser el primero de ellos, sobrino político de una prestigiosa representante del talento venezolano en el extranjero, Carolina Herrera, pero nada más; este colega y su socio conforman parte de los números rojos que abaten a Venezuela desde hace ya muchos años.
Independientemente de las conjeturas que puedan aparecer en todos los casos tras las respectivas investigaciones, no resta en nada la necesidad de elevar la protesta contra la arrebatadora e incontrolada inseguridad que azota a la sociedad venezolana, que, en la mayoría de los casos, terminan solo como estadísticos, cotejados y archivados; números para la vergüenza del país que recibió millones en petróleo y que contaba con calificados profesionales para construir una mejor Venezuela.
Por la sombría realidad que nos agobia, la sociedad y todos los colegas nos preguntamos: ¿Ante quiénes podemos los ciudadanos buscar ayuda, apoyo y resguardo en medio de tanta violencia criminal actual, que en muchos casos proviene de quien se supone debería protegernos? A este respecto, los arquitectos y ciudadanos venezolanos en general, no contamos con espacios para expresar nuestra fundada indignación por estos sucesos con creciente ocurrencia desde hace muchos años.
Venezuela debe alcanzar el rumbo de la cordura y la sensatez, donde la ley y los cuerpos de la fuerza pública sean sinónimos de garantía de principios y respeto entre los ciudadanos y no una expresión del abuso de poder.